CUANDO NOS FALTA GENTE EN LA MESA
Se nos van quedando sillas vacías, sillas que antes tenían nombre y casi casi, hasta la forma hecha del que las ocupó, durante tantas nochebuenas.
Nos dejan el hueco en la mesa, en el alma y el corazón, recordamos sus gustos, sus sabores, sus gestos y sus brindis, esos que repetimos cada año “porque el año que viene estemos los mismos” … aunque sabemos que quedarán sillas vacías y que un día nosotros también dejaremos nuestra silla vacía.
Se nos van de nuestro presente, de nuestro día a día y de nuestras navidades, quedamos como niños y niñas con añoranza de ellos, de nuestros mayores, y de los que no son tan mayores y también, nos han dejado sillas vacías.
Con las sillas vacías, se abren nuestros vacíos, nuestros huecos sin llenar, nuestras heridas que aún duelen, sin remedio.
Tenemos miedo a no tenerlos, miedo a desaparecer y miedo a morir, aunque a veces vivimos como muertos y tampoco nos damos cuenta.
Vivamos la navidad con presente, con la vida que tenemos y que se nos ofrece mirando adelante, aunque nos duela recordar, viviendo aquí y guiñando un ojo a los que nos acompañan desde otro lugar cómplices de nuestro sentir. Abracemos lento a los que queremos.
Disfrutemos la Navidad en presente, que ya dejaremos la silla vacía algún día.
Cristina Carrillo Escobar